El Daño de la Terapia Ex-Gay (el parte uno)
He tratado de cambiar mi orientación homosexualidad. Creía que el cambio era posible con la práctica de diversos programas religiosos y seculares. Durante 17 años he estado buscando un remedio, un camino, una solución a mi problema: mi condición gay. Después de estos años por fin me he convencido de que el remedio y su consiguiente cambio no era ni posible, ni necesario. Se que puedo ser homosexual y no por ello soy un enfermo, se que puedo ser gay sin dejar de ser fiel a mi compromiso cristiano.
Ahora puedo asegurar que disfruto de la paz y la seguridad en mi mismo que tanto he anhelado durante muchos años. Desde hace ya cinco años estoy compartiendo mis vivencias en el Movimiento ExGay y he conocido a más de 1000 personas que, como yo, también han intentado cambiar sus impulsos sexuales sin éxito. Hoy entiendo el dolor que se sufre y el daño que deja el intentar cambiar la sexualidad de una persona.
Voy a compartir ahora unos nueve tipos de daño que acontece a casi todos aquellos que participan en una terapia reparativa impartida por asociaciones religiosas exgay.
Hoy escribo sobre los tres primeros tipos:
- El daño emocional -- el cual se evidencia en sensaciones de vergüenza, miedo, tensión, decepción, agotamiento y rechazo, especialmente significativo si este procede del entorno familiar, la iglesia o amistades.
- El daño psicológico -- el cual se manifiesta en distintas formas de depresión, tendencias suicidas, tensión traumática e incluso en ciertos casos en episodios psicopáticos.
- El daño espiritual -- el cual se refleja en:
- Desaliento crónico, miedo a Dios y desarraigo de las comunidades religiosas a las que se pertenecía.
- Pérdida de la fe y desconfianza de los líderes espirituales.
- Crisis espiritual, que procede de la crisis de identidad provocado por el mensaje constante de que no es posible ser una persona con creencias religiosas y gay al mismo tiempo.
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